lunes, 17 de agosto de 2015

Fogones

Amistad tan sencilla como el arder del fuego, tan fugaz pero que quema y cicatriza para siempre.
Esos fogones tan simples, uno junto al otro hombro con hombro, pasándonos un enorme vaso, cantando al unísono canciones eternas y repetidas.
Esas personas indispensables.
Esas anécdotas siempre graciosas.
Los comentarios idiotas que jamás faltan y nosotros que nos reímos y oímos el silencio, volvemos a reír y nos miramos, y miramos el fuego, y cada uno guarda una imagen de cenizas, de ese calor del fuego y la vida, del rasguído de las guitarras y las voces con talento, y las miradas infinitas de la noche extinguida.

A veces me lamento por los momentos perdidos, porque siempre hay alguien que se aparta, que se va un ratito y se pierde algo mágico; y, esa generalmente soy yo; más no lamento, ni un segundo de mi vida, haber vistos sus sonrisas.

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